"Bioenergía, del Sur al Mundo"

Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 22 de abril de 2017"

El simposio “Del Sur al Mundo”, concretado esta semana en el Congreso de la Nación, fue el ámbito adecuado para juntar las cabezas de todos los involucrados en una cuestión clave para el agro: el futuro de los biocombustibles en la Argentina. Llegó en un momento clave, donde se cruzan los intereses del sector petrolero, la industria automotriz y los productores de etanol y biodiesel.

 

Las autoridades tienen que arbitrar entre las partes en un escenario en el que está definida la intención de avanzar con las energías renovables, mejorar la matriz de emisiones, sustituir importaciones y agregar valor a la producción agropecuaria.

 

Agradezco a Fernando Vilella, organizador del evento como Director del Departamento de Bionegocios de la Facultad de Agronomía (UBA) haberme brindado la oportunidad de coordinar un panel riquísimo. Fue emocionante recordar que allí mismo, hace diez años, se había aprobado la Ley de Biocombustibles 26093, que introdujo el corte obligatorio con biodiesel y etanol en nuestros combustibles.

 

Estaba allí Claudio Molina, hoy director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, redactor del cuerpo central de aquella ley. Y recordé a los presentes que todo surgió del interés intelectual de un grupo que carecía de interés económico alguno.

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"Ahora vienen por el agua"

Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 15 de Abril de 2017

Las inundaciones se han convertido en una de esas tribulaciones de los argentinos que, por su recurrencia, generan una amarga sensación de inmovilismo. Y, sin embargo, se mueve, diría Galileo (la última vez que utilicé la famosa sentencia se la atribuí a Copérnico, así que aprovecho para disculparme y corregir, en ese orden).

 

Pero sí, se mueve. El titular del MinAgro Ricardo Buryaile fue en estos días a la zona crítica del oeste bonaerense, donde se juntó con los ministros y otras autoridades de las provincias involucradas (Córdoba, Buenos Aires, La Pampa) para evaluar la situación y poner manos a la obra. Después, en su despacho, avanzó junto con el subsecretario de Recursos Hídricos Pablo Bereciartúa, un profesional joven y de gran nivel que —entre otras cosas— tiene un vínculo de muchos años con los Países Bajos. Es decir, abreva en las fuentes.

 

Hace ya bastante tiempo, esta columna sugirió que había que tomar el ejemplo de “Netherlands”, que significa eso: países bajos. Tan bajos que buena parte de su territorio tiene cota negativa. Allí viven, y producen. La agricultura es uno de sus principales negocios. Siglos y siglos de ingeniería.

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"Mientras tanto, en el mundo real..."

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 08 de Abril de 2017

Una semana en la que ocurrieron demasiadas cosas en la Argentina como para andar distrayéndonos con lo que sucede en el mundo real. Pero bueno, allá también suceden algunas cuestiones que, quizá, influyan en nuestro destino de condenados al éxito. Que, por supuesto, tienen que ver con el agro.

 

Elon Musk, voy a evocarte. Porque aunque hasta el momento este ícono de la innovación no parece tener mucho contacto (ni propuestas) vinculadas con la producción del campo, todo tiene que ver con todo. Los drivers que gobiernan su vertiginosa carrera están estrechamente emparentados con los que vienen marcando el paso en el sector agrícola.

 

El punto de convergencia es la cuestión energética. Ya sabemos lo que significó para el agro la irrupción de los biocombustibles. La fuerte suba del petróleo, junto a la creciente conciencia sobre el cambio climático, impulsaron el desarrollo del etanol en los EE.UU. y el biodiésel en la UE.

 

A partir de los 50 dólares el barril en 2005, arrastró linealmente a la cotización del maíz. Valía 140 dólares y cuando el petróleo llegó a los 100, el maíz llegó a los 300. Ahora que volvió a los 50, el maíz retornó a los 140… En el camino, los norteamericanos metieron un 10% de etanol en sus naftas. Se instalaron 200 destilerías de maíz que hoy procesan (porque esto sigue) 140 millones de toneladas, más de un tercio de la cosecha.

 

Los stocks finales del 2017, que mantienen los precios a raya, ascienden a 70 millones de toneladas. Si no existiera el etanol el mundo agrícola estaría volando en pedazos. La soja no sería salvación, porque ante la baja del maíz los farmers se volcarían a ella. Y entonces Sudamérica colapsaría. Así que…larga vida para el etanol.

 

En el mismo año 2004, Elon Musk se había juntado con un puñado de dólares por la venta de PayPal, el exitoso y prometedor sistema de pago electrónico de cualquier cosa que había creado. La empresa se vendió en 1.500 millones de dólares y él tenía el 11% de las acciones, así que embolsó 150 palitos verdes. Tenía 33 años…como para olvidarse de trabajar por el resto de su vida.

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"El remedio para los bajos precios"

Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 1 abril de 2017

La oferta aumenta y los precios bajan. De manual. Se viene la mayor cosecha de la historia a nivel global, con un aluvión de soja y maíz que momentáneamente la demanda no puede digerir. El destino final de ambos productos requiere de un crecimiento de la capacidad instalada, y esto incluye factores con restricciones biológicas (stocks de animales de distintas especies) y restricciones políticas (uso de biocombustibles).

 

En consecuencia, los stocks finales de granos, despues de varios años de achique, están holgados. El clima acompañó en todo el mundo y los rindes estuvieron por encima de las líneas de tendencia. Esto disparó la alarma entre los farmers de los EEUU, que afrontan la siembra (arranca el mes próximo) con números de quebranto.

 

Pero la realidad es que esta situación implica un estímulo muy potente para la expansión de la demanda, revalidando el adagio de que “el mejor remedio para los bajos precios son los bajos precios”.

 

Lo primero que conviene tener en cuenta es que en la Argentina hay un “colchón” importante en el principal cultivo, que es la soja. La abanderada de la Segunda Revolución de las Pampas quedó relegada, bajo el yugo de los derechos de exportación. La producción se estancó y estamos perdiendo posiciones relativas respecto a Brasil (que este año le empardó la partida a Estados Unidos). A partir de enero próximo las retenciones bajarán un 0,5% mensual, con lo que a fines del 2018 estarán en un 24%, para seguir bajando y llegar a un 18% en diciembre de 2019.

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"Ganadería intensiva ¿Qué pasó con el silopaq?"

Por el Ing. Agr. Héctor Huergo, nota de tapa de Clarín Rural del 25 de marzo de 2017

La empaquetadora de rollos, para hacer mini silos en lugar de heno, vuelve al ruedo de la mano de Kuhn, que lanzó una línea completa de cosecha de forrajes.

¿Reverdecerán sus laureles? ¿Tiene lugar en la ganadería de hoy?

 

Hace 25 años, aparecía en la Rural de Palermo la primera máquina de empaquetar rollos de pasto, introduciendo una idea revolucionaria: hacer silo con la arrolladora.

 

La máquina fue presentada por Vassalli, la principal fábrica de cosechadoras del país, que intentaba ampliar su gama de productos apuntando a la cosecha de forrajes.

 

Vassalli presentó una línea completa y muy novedosa: una hileradora con acondicionador, una rotoenfardadora, y la mesa empaquetadora Silopaq. Hasta entonces, las rotoenfardadoras se habían difundido ampliamente, pero sólo se usaban para conservar pasto seco (heno). La aparición de la silopaq habilitaba la alternativa de hacer rollos húmedos y sellarlos al vacío para lograr la fermentación láctica del ensilado.

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Llegó en el momento justo. El mercado comprendió rápidamente las ventajas de conservar forraje a través del ensilado, en lugar de la henificación tradicional.

 

 

 

 

En un clima húmedo, con lluvias frecuentes en primavera y pronósticos erráticos, es muy difícil lograr heno de calidad. Hay una alta probabilidad de que caiga alguna lluvia sobre la hilera, lo que obliga a desparramar las andanas, volver a hilerar con el rastrillo, etc. Enormes pérdidas cuanti y cualitativas.

 

Las hileradoras provistas de acondicionador, como aquella pionera de Vassalli, aceleraban el secado y disminuían el riesgo de lluvia sobre la andana. Pero no lo eliminaba. Pero no resolvía otro problema de trabajar el pasto seco: la pérdida de hojas en la henificación de las especies más valiosas, como la alfalfa.

 

 

 

Los productores líderes, fundamentalmente los tamberos que habían libado las mieles del silo de maíz, comprendieron rápidamente las ventajas de ensilar los sobrantes de pasturas. Se abrían paso las alfalfas sin dormición, de gran productividad y muy foliosas. Pero las picadoras de forraje disponibles por entonces sólo permitían hacer silo de maíz. No contaban con cabezal recolector de hileras de pasto cortado.

 

Entonces, la silopaq llenó el espacio y fue un boom, como lo había sido en el mundo agrícola desarrollado, en particular en Gran Bretaña, Alemania y otros países europeos.

 

En la Argentina, donde los primeros rollos ensilados se empaquetaron a mano (recuerdo una jornada en el campo de Timmy Mulcahy en Nueve de Julio) pronto aparecieron otros fabricantes de empaquetadoras.

 

La apertura económica habilitó también la importación, no solo de equipos sino del elemento crítico: el film strech con pegamento (tacking) necesario para el empaquetado, que se producía en Bélgica, Inglaterra y los EE.UU. Pulularon las mesas empaquetadoras. El sistema era muy económico y práctico. Todavía no habían llegado las Claas y los contratistas de silo, ni el silobolsa.

 

Muchos productores tenían arrolladora y estaban acostumbrados a cosechar los excedentes de pasturas típicos del pastoreo rotativo. Sólo era cuestión de incorporar la mesa empaquetadora y poner a punto la roto, ya que cosechar el pasto húmedo requería una pequeña adaptación.

 

Por otro lado, era difícil conseguir que viniera un contratista por pequeñas cantidades de forraje a ensilar, lo que exaltaba las ventajas del sistema para hacerlo “in house”.

 

El mayor problema era el costo del film. Eso impulsó el desarrollo de una evolución: el Siloline, presentado en la Expochacra de Pergamino, en 1991.

 

La idea venía de Canadá, pero aquí la realizó un pequeño taller de Junín (Induscán) de los hermanos Canzonetta. En lugar de empaquetar los rollos individualmente, la siloline formaba una hilera continua, lo que ahorraba el film en las caras planas del rollo. El consumo de strech se reducía un 40%, y la máquina además tenía mucho mayor productividad.

 

 

 

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"Una respuesta de manual"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 25 de Marzo de 2017

Mientras resonaban con fuerza los ecos de una Expoagro impresionante, con cifras de ventas por más de 20.000 millones de pesos, la poderosa CIARA-CEC (Cámara de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales) anunciaba una nueva oleada de inversiones en plantas de crushing, puertos e infraestructura. Unos 1700 millones de dólares entre 2016/17, según informó el titular de la entidad Alberto Rodríguez.

 

Si sumamos los dos segmentos (productores más industriales) son 3 mil millones de dólares, para abonar la teoría de que esto es algo más que “brotes verdes”. Suena un tanto gracioso recordar que en su visita a la Expo, Lilita Carrió –asumiendo su clásica postura de pitonisa—había augurado que “las inversiones llegarán en 2018, si ganamos las elecciones”.

 

Parece que los muchachos del campo y la agroindustria son menos pacientes. O más audaces. La cosa es que se están echando encima una cosecha imponente, la más grande de la historia, y se preparan para recuperar el terreno perdido en los años K.

 

El propio Rodríguez había mostrado la evolución de las inversiones de las empresas de la Cámara. Entre 2007 y 2015, cuando arreció el embate kirchnerista contra el sector, las inversiones totalizaron 1200 millones de dólares. Un ritmo de 200 millones anuales. Fue casi milagroso que se mantuviera ese flujo, casi todo concentrado en la zona de Timbúes, donde el dragado de la hidrovía (privado) habilitaba nuevos sitios para muelles y plantas de crushing.

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"Expoagro, con buena energía"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 18 de marzo del 2017"

Ver llegar a Expoagro al Presidente de la Nación en una camioneta que funcionaba con etanol puro es tocar el cielo con las manos. Pasaron 25 años de aquél “Ponga un choclo en su tanque”, la nota de tapa de Clarín Rural que, con ilustración del gran Horacio Cardo, relataba la irrupción de los biocombustibles en el mundo desarrollado.

 

Eran tiempos de grandes excedentes agrícolas. Hacía falta digerirlos. Pero también sobraba petróleo. El barril rondaba los 10 dólares y parecía muy loco plantear la sustitución de la nafta –que se obtenía de una materia prima existente—por un biocombustible que primero requería producir el grano. No podían competir en la misma liga, pero por entonces nadie hablaba de las externalidades negativas del oro negro.

 

Hoy el mundo tomó conciencia de que algo hay que hacer con el calentamiento global. Ni la necedad del lobby que se encaramó en la entronización de Donald Trump en los EEUU puede frenar al bólido lanzado. También están los farmers, que han visto el soporte que les dio la decisión de cortar la nafta con el 10% de etanol de maíz. Hoy, uno de cada tres camiones que sale del corn belt se convierte en biocombustible. Son 130 millones de toneladas. Todo el incremento de la producción de los últimos quince años, que fue enorme, no hubiera sido digerido sin la enorme inversión en 140 plantas diseminadas por el Medio Oeste.

 

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"Una vidriera de la agricultrua liviana"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 11 de marzo de 2017"

Expoagro fue la sublimación de la nueva propuesta tecnológica amasada en estas pampas en las últimas décadas. Es el lugar donde se condensan todos los atributos de la Segunda Revolución de las Pampas, una fenomenal epopeya en la que se gestó una agricultura de enorme eficiencia e insuperable huella ambiental. Dos cuestiones las más de las veces antagónicas: los aumentos de productividad, en la vieja agricultura, tenían como contraparte una serie de externalidades negativas: alta demanda de energía, contaminación, erosión de los suelos, etc.

 

Aquí hemos desarrollado una agricultura “liviana”. La siembra directa es eso: menos kilos de acero por tonelada de producto obtenido. La sustitución del laboreo primario y secundario implica la eliminación del arado, cinceles, rastras de disco, cultivadores de campo, vibrocultivadores, rastras de dientes, escardillos, rejas aporcadoras y toda la parafernalia que usábamos hace tres décadas. Y que el mundo sigue usando, además de otros abominables instrumentos de tortura de los suelos como esas rastras activadas por toma de fuerza, rotovators y otras rémoras del pasado.

 

Es lo primero que vienen a ver los visitantes extranjeros. En Expoagro sólo se encuentran sembradoras para siembra directa. De todo tipo y con todos los avances del mundo. Para grano fino y grano grueso, mecánicas o neumáticas, con actuadores eléctricos o cajas de cambio mecánicas. Monotolva o con cuerpos individuales. Pero todas directas. Una sola pasada. Un tercio del gasoil que se quemaba en los 80.

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"Inundaciones: es aquí, y es ahora"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 21 de enero de 2017

 

Medio país inundado, medio país seco. Hay que actuar, y el gobierno lo sabe. Las imágenes ya son demasiado recurrentes. Pueblos inundados, con la terrible secuela de pérdida de vidas humanas. Colapso de tambos y usinas lácteas. Vacas arrastradas por arroyos de llanura que se transformaron en rápidos de montañas.

 

En el medio de este caos, el presidente Mauricio Macri tomó la decisión de relevar al ministro de Obras Públicas, Oscar Chaín, que lo acompañó en su primer año de mandato. Estaba disconforme con el manejo de un tema que siempre consideró crucial.

 

Macri sabe que el manejo de las inundaciones en la ciudad de Buenos Aires fue el trampolín que le permitió dar un salto en su carrera política. También sabe que el patético manejo de la crisis de las inundaciones en La Plata y Luján por parte de la administración K junto al gobernador Daniel Scioli fueron clave para su triunfo electoral, en noviembre de 2015.

 

Un par de días antes, el presidente había juntado a su gabinete de ministros en la primera sesión del año. Allí dio definiciones fundamentales, como que las inundaciones son parte del cambio climático. "Esto sigue pasándonos factura y, claramente, lo que tenemos que tratar de hacer, dentro de la medida de lo posible, es asistir, estar cerca, encontrar paliativos".

 

Pero agregó que "es muy importante que entendamos que este cambio en los regímenes de lluvia vino para quedarse y que lo que hay que hacer es construir infraestructura”. Y puso al frente del ministerio de Obras Públicas al hasta ahora subsecretario de Recursos Hídricos, Pablo Bereciartúa.

 

Toda una señal. Bereciartúa es ingeniero hidráulico, con una sólida formación en el exterior. Entre otros antecedentes, estudió en Países Bajos, donde la ingeniería para el manejo del agua ha permitido proteger ciudades, pueblos, campos productivos, y ganar superficie para la agricultura y ganadería modernas. Holanda es uno de los grandes exportadores globales de productos hortícolas, flores y lácteos de gran calidad.

 

“Contra las inundaciones, obras y tecnología”. Así tituló La Nación un artículo de Bereciartúa, el sábado 22 de agosto de 2015. Recomendamos su lectura completa (http://www.lanacion.com.ar/1821285-contra-las-inundaciones-obras-y-tecnologia). El flamante ministro plantea la necesidad de moverse en tres dimensiones: infraestructura, información e institucionalidad para convertir a la pampa húmeda en un territorio inteligente.

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"El petróleo sin retenciones"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 14 de enero de 2017

El gobierno eliminó esta semana los derechos de exportación del petróleo. La medida –junto con otras como la reducción del costo laboral-- tiene el objetivo explícito de desencadenar la corriente de inversiones que se espera desde hace tiempo en un sector sin duda promisorio. Asumiendo el riesgo de una simplificación, quedó claro que esta vez el objetivo productivo se impuso al fiscal.

 

No fue lo que pasó hace unos meses, cuando la administración Macri decidió incumplir con la promesa de reducir 5 puntos las retenciones a la soja. En este caso primó claramente el objetivo fiscal, apuntando a recaudar entre 600 y 800 millones de dólares en el 2017.

 

El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, haciendo gala de su habilidad negociadora, neutralizó la eventual reacción negativa del ruralismo. Al final del día, el gobierno podía decirle a los productores que les había liberado el tipo de cambio y eliminado las restricciones a las exportaciones de maíz, trigo y girasol. Algo así como “si no les gusta entregar uno de cada tres camiones, no siembren soja, siembren otra cosa”.

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"El terraplén de los surgentes"

Editorial de Héctro Huergo en Clarín Rural del 07 enereo de 2017

Medio país, de nuevo, bajo el embate del agua. La otra mitad, prendiéndose fuego. Entre ambos extremos, ganancias y pérdidas. Lluvias más que oportunas para quienes no se inundan, en la zona núcleo. Sequía tremenda en zonas agrícolas de enorme importancia, como el sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Y aunque muchos zafen, y aunque el país alcance la esperada cosecha récord, contribuyendo a la salud macroeconómica vía el aporte de divisas, recaudación por retenciones de soja, etc., el saldo ominoso de cientos de miles de hectáreas arrasadas por el agua y el fuego obliga a la reflexión. Una vez más, con mayor urgencia.

Primera idea: cuesta cada vez más mantenerse escéptico respecto al cambio climático. Lo extremo de estos eventos es precisamente una de las características del calentamiento global. Ya hemos citado a Vicente Barros, quien sostiene que el fenómeno se expresa con particular virulencia en la pampa húmeda. Y algo más allá: en el otoño pasado un tornado seguido de lluvias torrenciales e inundaciones arrasó Dolores, capital de la nueva agricultura uruguaya. La semana de Navidad, otro tornado se llevó a San Carlos, ahora en el este. Nadie recuerda fenómenos similares.

 

Segunda idea: causa gracia el simplismo de echarle la mayor culpa al “cambio del uso del suelo”, muletilla riesgosa que a veces camufla cierta ideología “progresista”, para la cual todo tiempo pasado fue mejor. Cuando en los 70 llegó la primera oleada en el oeste bonaerense, se decía lo mismo. No había soja. En los 90, en la segunda oleada, y cuando predominaba el sistema de rotaciones con la ganadería, la culpa era del laboreo agrícola. Tampoco había soja. Ahora, cuando toda la agricultura se hace en directa, la culpa es de la soja porque “consume poca agua”. Todo esto es atendible, pero absolutamente marginal. Recuerdo el famoso “Viaje de Agricultura”, que hacíamos cuando estudiantes, hace 50 años, bajo la batuta del inolvidable Jorge Molina.

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"También llega la ganadería circular"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 17 diciembre de 2016

Si se dan las condiciones que se plantearon en la reunión del Consorcio ABC, que reúne a los principales exportadores de carne vacuna, con el presidente Mauricio Macri, la ganadería tendrá su oportunidad. Los mercados están.

  

Y también la tecnología. Voy a evocarla.

  

A la par de lo que ocurrió con la agricultura, la ganadería también tuvo su revolución tecnológica. De lo contrario, no hubiera sido posible que le cediera 10 millones de hectáreas a la siembra de cultivos, manteniendo el stock.

  

Este aumento de productividad se concentró en la fase del engorde, donde las invernadas tradicionales dieron lugar a la terminación a corral. Nos llena de orgullo haber sido protagonistas de este enorme salto productivo, cuando hace 25 años trajimos a las páginas de Clarín Rural toda suerte de ideas y propuestas para acompañar e impulsarlo.

  

Recuerdo que uno de los pioneros, el gran Oscar Palacio, transformó su feedlot Don Casimiro en Las Flores a partir de un artículo que hicimos sobre el modelo que proponía la Universidad de Purdue. Lo atribulaban los problemas de piso y barro en esos campos bajos del Salado.

  

Palacio lo fue a ver, y recalculó… Hoy las lomadas hechas con enormes palas permiten un drenaje natural, las lomas en cada corral aseguran piso seco para el descanso del ganado. Fue el espejo en el que se miraron muchos, sus sucesores se convirtieron en diseñadores y expertos en el manejo del barro.

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"Pocas ideas pero fijas"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 10 de diciembre de 2016

El lector consecuente habrá contabilizado el profuso espacio que esta columna le asignó a los biocombustibles en el último cuarto de siglo. Arrancamos con aquél “Ponga un choclo en su tanque”, la primera nota (en 1991) sobre etanol de maíz que por entonces hacía sus pininos en los EEUU.

  

Un tiempo después proponíamos el biodiesel (“ponga un poroto en su tanque”), contando cómo se abría paso el Diester (B30) en Francia. La soja era la cuarta parte de lo que es hoy, pero se veía un aluvión en el horizonte.

  

Eran años en los que se acumulaban grandes excedentes agrícolas, fruto del avance tecnológico motorizado por los enormes subsidios que recibían los productores de los países desarrollados. Había más vendedores que compradores. Sufríamos. La esperanza estaba en la aparición de nueva demanda.

  

La imaginábamos en los biocombustibles. Más allá de proponer una oportunidad de negocios para los “first movers” (los pioneros, que son los que siempre hacen la diferencia), nos seducía la posibilidad de que el mundo comprendiera los beneficios ambientales de sustituir energía fósil por renovable.

  

Era duro, porque el petróleo valía apenas 12 dólares el barril. Recuerdo que en 1994, cuando me tomé un sabático para aceptar la presidencia del INTA, intenté convencer al Consejo Directivo (integrado por las entidades del campo y las universidades) de aceptar la donación de una planta piloto de biodiesel. No tuve éxito.

 

Volví a Clarín Rural y seguí con la saga. A principios del siglo XXI, el petróleo se fue a 100 dólares. Estados Unidos impuso el corte de la nafta al 10%. Hoy, un tercio de la cosecha de maíz, que no para de crecer, se destina a etanol. El petróleo bajó a 50 dólares, pero las plantas de etanol siguen a pleno.

  

En la Unión Europea se avanzó con el biodiesel, que digiere el 20% de la producción mundial de aceite. No quisiera imaginar el volumen de los excedentes agrícolas si esto no hubiera ocurrido.

  

La Argentina agarró pronto la onda. Como principal productor mundial de aceite, estaba cantado que convenía sacar aceite del mercado internacional, para defender su precio. Además del corte obligatorio, establecido por la ley 26.093, los grandes actores del complejo soja invirtieron en plantas de biodiesel.

  

Un proceso que rompe la molécula del aceite por medio de un catalizador (metóxido) que pronto se empezó a producir en el país. El subproducto de la elaboración de bio es la glicerina de soja, que hoy sustituye a la tradicional derivada del petróleo.

  

Las gigantescas plantas de crushing se convirtieron en verdaderos parques industriales, donde la producción de bioenergía se integra con la refinación de biomoléculas de extraordinario interés. Hoy la Argentina sigue siendo el principal exportador mundial de aceite, pero también de biodiesel y de glicerina. Además de liderar la oferta global de harina de soja.

  

Tomás Hinrichsen, un reconocido broker del mercado agroindustrial, sostiene que el biodiesel local significó en los últimos años un “premio” del 3% para el precio de la soja en la Argentina.

  

Por su oficina pasó esta semana Michael Whitney, Gerente General de Musket, una compañía de Houston (Texas) que compra más de la mitad del biodiesel que la Argentina exporta a los EEUU.

  

El total que se embarca a ese destino en 2016 totalizará 1.500.000 toneladas, por un valor cercano a los 1.500 millones de dólares. Y es hoy por lejos el principal mercado. Musket tiene una extensa red de estaciones de servicio que abastece fundamentalmente a flotas de camiones.

  

En los últimos días, el precio del aceite en Chicago se disparó, fortaleciendo a todo el complejo. Fue porque la EPA (agencia ambiental de los EEUU) incrementó el standard de uso de biodiesel. Por suerte, la saga continúa.

"El campo y la economía circular"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 3 de diciembre de 2016

Por distintas vertientes, el meridiano agrícola pasa esta semana por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La entidad, nacida en 1854, es la más antigua del país. Pero el miércoles pasado fue la sede de un baño de siglo XXI: en el señero Salón San Martín se desarrolló un atrapante seminario sobre biomateriales, coordinado por la secretaría de Valor Agregado del Ministerio de Agroindustria. Y para mañana, la Bolsa celebrará la cosecha 2016/17 convocando a la primera Maratón de las Buenas Prácticas Agrícolas. Todo tiene que ver con todo. Veamos.

  

Hace 35 años, me convocó la Cámara de la Industria Plástica para dar una conferencia sobre el uso de plásticos en la agricultura. Yo venía muy entusiasmado por el creciente desarrollo de tecnologías que tenían que ver con el polietileno y otros materiales que sustituían a la chapa de acero o aluminio. Tanques de fibra de vidrio, envases de agroquímicos, caños de riego (mangas y goteo). En las exposiciones de Europa y Estados Unidos se veían cada vez más los tachos de sembradoras en polietileno rotomoldeado. Los invernáculos de vidrio migraban al film transparente, con resistencia a los rayos ultravioletas. Aparecía la bolsa para forrajes, o mantas para tapar silos, el film stretch del silopaq, etc.

  

Recuerdo que hablé de todo esto y los propios industriales de la cámara se mostraron, en general, incrédulos. “Son tecnologías caras para la Argentina”, fue la visión predominante. Algunos la vieron.

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