"Para muestra basta un botón"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 26 de noviembre de 2016

Hace quince días, cuando editorializamos sobre las posibles consecuencias del triunfo de Donald Trump en las elecciones de los EEUU para el agro argentino, remarcamos que la cuestión clave se centraría en su actitud respecto a los biocombustibles. Bueno, ya empezamos.

  

El miércoles, llegó la primera muestra. La cotización del aceite de soja en Chicago pegó un salto del 7%, el más fuerte del que tengo memoria, arrastrando por supuesto al poroto. Si bien el contenido de aceite en la soja es del 18%, como su precio por kilo es 2,5 veces el de la harina (el otro derivado), finalmente explica entre el 40 y el 50% del precio del grano. Así, la soja ganó un 4% y dejó a todos jadeando. Ayer siguió subiendo.

  

¿Qué fue lo que pasó?

   

La Agencia de Protección Ambiental de los EEUU (EPA) anunció el mismo jueves un fuerte aumento del standard de biodiesel para los próximos tres años. En otras palabras, mayor demanda y consumo. La EPA había sido vapuleada por Trump durante la campaña. Uno de sus caballitos de batalla fue atacar la cuestión del cambio climático, anticipando una marcha atrás en las políticas de impulso a las energías renovables que se vienen desarrollando desde hace más de una década.

  

Es decir, desde cuando los republicanos estaban en el gobierno. Obama simplemente continuó la saga iniciada por George Bush, aunque con objetivos distintos.

  

Para Bush, la cuestión era zafar de la dependencia del petróleo importado. “Somos adictos a la nafta”, sentenció. Y promovió el uso del “petróleo nacional”, que era el maíz. El etanol entró en ebullición. En diez años, se pasó de cantidades insignificantes, a un 10%. Un tercio de la cosecha de maíz norteamericana se destinó a etanol combustible. 130 millones de toneladas, cinco cosechas argentinas, el segundo exportador mundial.

  

Para su sucesor demócrata, la cuestión no era tanto la escasez, sino la necesidad de alinearse con la movida global hacia un mundo más verde. La EPA fue el brazo armado para ejecutar esta política. Por eso se convirtió en el blanco de la ira de Trump. Los analistas leyeron esta reacción de la EPA como una clara venganza, ya que deja a Trump ante la decisión de vetarla. Esto le provocaría un conflicto con la fuerte base republicana de las zonas agrícolas, claramente beneficiadas por el nuevo standard.

   

El aceite de soja es la materia prima utilizada para producir el biodiesel, un biocombustible que sustituye al gasoil, derivado del petróleo. La “huella de carbono” del biodiesel es muy favorable, ya que la planta de soja captura CO2 del aire y lo convierte en aceite.

  

El mercado del aceite de soja está deprimido, como consecuencia de una sucesión de buenas cosechas en los tres grandes productores: EEUU, Brasil y Argentina. El jueves se situaron en los valores más altos en un año. La EPA no tocó nada respecto al etanol de maíz convencional (a partir del grano), razón por la que el “forrajero” no se movió.

 

La Argentina exporta anualmente unas 5 millones de toneladas de aceite, por un valor de 3.500 millones de dólares, liderando cómodamente el mercado mundial. También es el número uno en biodiesel, con embarques por 1.500 millones de dólares, la mayor parte rumbo a los EEUU. En el sector se teme que con la asunción de Trump este flujo pueda interrumpirse. Ahora se suman interrogantes: aún en el caso de que el nuevo gobierno digiera el mandato de la EPA y aumente el uso del biocombustible, ¿seguirán importando biodiesel argentino?

   

Lo único concreto, por el momento, es que el aceite subió, arrastrando a la harina y a la materia prima de ambos, el poroto de soja.

 

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