"Silencio, gente pensando"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 10 de agosto de 2019

En los pasillos se vivía con fervor la convicción de que en estas pampas se está cocinando la agricultura del futuro. Foto: JUAN JOSE GARCIA.

El congreso de Aapresid, que sesionó esta semana en Rosario, cayó justo en los días previos a la contienda electoral de mañana. Sin embargo, el enjambre de profesionales y productores que deambuló entre las quince salas donde se dictaban en simultáneo la parafernalia de conferencias y talleres, no se distrajo demasiado.

La Argentina está liderando el proceso de transformación que requiere de manera urgente la agricultura, señalada como uno de los responsables del deterioro ambiental. Lamentablemente, algunos siguen repitiendo muletillas inconsistentes, ignorando el profundo cambio que se está desarrollando en estas pampas.

La Siembra Directa es simplemente la punta del iceberg. Como decía Zitarrosa, por debajo hay un gigante sumergido que estremece. Es hora de mostrárselo al mundo. Y facturarlo.

El congreso se llamó “30:10.000”. Un título que invoca los 30 años de vida de Aapresid, que vienen a cerrar 10.000 años de agricultura convencional.

La agricultura nació con el arado, al que hay que agradecerle los servicios prestados por haber generado la oportunidad de alimentar a la humanidad en su crecimiento incesante. Y explosivo en el siglo XX, bastante después de la profecía maltusiana.

Pero ya es hora de darle definitiva sepultura. Porque mientras fluían los granos y las carnes, también escapaban hacia la atmósfera nada menos que un trillón de toneladas de CO2.

Es lo que formaba parte de la materia orgánica de los suelos y que hoy está en el aire, generando el mayor desafío a la humanidad: el cambio climático ocasionado por el efecto invernadero.

Ya pocos niegan el origen antropomórfico, pero eso ahora no es lo más importante. Lo esencial es que sabemos que se puede revertir el proceso. Y es fantástico sentir que podemos hacerlo. Y que lo estamos haciendo aquí. Y ahora.

La siembra directa es mucho más que ahorrar gasoil y fierros. Ese es el plano económico, indispensable. Pero el plano ambiental implica mucho más. Y esto impregna el espíritu de Aapresid y en particular este año, donde las referencias a la huella de carbono estuvieron omnipresentes.

Pero también la irrupción fulgurante de los cultivos de servicio, la incorporación de nuevos conceptos de base biológica al arsenal de herramientas cada vez más eficaces y amigables. La “agricultura regenerativa”, que pareciera un reclamo de la sociedad global, es una nueva oportunidad para un país que se topó con ella en su desesperada huida hacia adelante.

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