"Recrear el vínculo de confianza"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 5 de enero de 2019

En Argentina se utilizan productos “banda verde” para pulverizar, que son más inocuos que los que se usaban hace 30 años.

Más allá de las tribulaciones económicas, que no son fáciles de soportar, el agro enfrenta la amenaza de ruptura de un pacto ancestral con los habitantes de las ciudades: ser un proveedor confiable de alimentos y servicios ambientales. La acción maliciosa de movimientos surgidos hace cincuenta años –con el mayo francés de Daniel Cohn Bendit, hoy eurodiputado verde—socavó esa confianza.

La gran tarea para el 2019 es recrear el vínculo de confianza. Se están haciendo muchos esfuerzos importantes desde el propio sector. Y también desde los gobiernos provinciales. La provincia de Córdoba, por ejemplo, ha establecido estímulos económicos a quienes cumplen lo que se ha dado en llamar Buenas Prácticas Agrícolas. El concepto fue impulsado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires hace varios años, bajo el lema “El campo hace bien”. Y AAPRESID creó un eficaz sistema de certificación, originado por Santiago Lorenzatti.

El gran tema está en las “fumigaciones”. Primero, una cuestión básica: en el campo no se fumiga, se pulveriza. Para muchos será una cuestión semántica, pero es una línea de corte definitiva. Fumigar significa atomizar un producto hasta un tamaño de partícula de deriva incontrolable. Es humo, como el que largan los escapes de los autos. Ya lo dijimos hace un tiempo: en las 20.000 hectáreas de la ciudad de Buenos aires se fumiga (es decir, se hacen humo) 2 millones de metros cúbicos de nafta y gasoil por año. Una “dosis” de 10 mil litros por hectárea. La fumamos entre los 10 millones que pasamos el día en la ciudad.

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