"La sinfonía del destino"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 22 de octubre de 2016

Augusto Roa Bastos decía que lo que llamamos destino es lo que nosotros hacemos con nuestra propia vida. Como creo que tiene razón, quizá sea el momento de parar un poco la pelota con algunas sentencias que, de tanto machacar, parecen ir ganando la batalla conceptual. Porque quizá estemos errando el vizcachazo.

“Tenemos que dejar de ser el granero del mundo para ser la góndola del mundo” (aplausos), es la idea que impregna a toda la agroindustria. “Hay que exportar con valor agregado” (más aplausos). “Sí, y con marca” (aplausos y vítores). “Y con redes propias de distribución” (todos al obelisco).

Yo también aplaudo. Pero la realidad siempre se subleva. No todo es góndola ni packaging ni etiqueta Y el valor, que es lo esencial, parece invisible a los ojos. Hay mucha vida antes de las marcas y los exhibidores.

La semana pasada, nuestra nota de tapa fue sobre Arcor, la emblemática empresa de alimentos con marca, cuyas golosinas nos asaltan con apariciones insólitas en los kioskos de los rincones más remotos del mundo. Pero, oh sorpresa, Arcor acaba de crear su Gerencia de Agronegocios. Con la inauguración de su planta de molienda húmeda de maíz, para producir jarabe de fructosa y otros derivados del cereal que inventó el Inca Viracocha, la empresa agrega un nuevo foco. Ya no apunta solo a la integración vertical, y “llegar a la góndola”. Incursiona en el mundo de los ingredientes, de los bienes intermedios, insumos para otras industrias de aquí y de afuera. Porque el foco sigue estando en la exportación.

Si hay una compañía de alimentos con marca es Molinos. Aceite Cocinero, harina Blancaflor, fideos Matarazzo, Luchetti, etc. etc. Bueno, Molinos acaba de crear una nueva entidad, Molinos Agro, que se independiza funcionalmente de las marcas. Apuesta a pleno a la expansión del negocio de los básicos, fortaleciendo la logística y apuntando al mercado global, donde ya son importantes players. Pero van a más: acopios, crushing de soja, puertos. Ven un horizonte mucho más amplio. No han escondido, en presentaciones públicas, su visión respecto a las dificultades de instalar marcas nacionales en el mundo. No hay nada vergonzante, ninguna “primarización” en esta apuesta cantada.

Ya cuando Bunge vendió Molinos y se quedó con la exportación de las mal denigradas “commodities”, hace veinte años, muchos (casi todos) dijeron “va para atrás”. Yo dije “salto al futuro”. Acerté, está en el podio. Ahora Molinos Agro hace la misma apuesta.

Pocos lo saben. Coca Cola es un gran exportador de productos de la agroindustria argentina. "En cualquier lugar del planeta, quien consume una bebida de Coca Cola está consumiendo jugo argentino"—dijo hace poco Francisco do Pico, ejecutivo de la compañía.

Coca Cola compra 400.000 toneladas de insumos productivos en 14 provincias. Son 500 millones de dólares por año. Altísimo impacto en las economías regionales. Jugos concentrados de naranja, pomelo, limón, peras, manzanas, durazno y uva, a las cuales deben agregarse las compras que realiza de azúcar y jarabe de maíz. En el jugo de naranjas, representan el 60% de la producción nacional al año, y en el de manzanas, el 43%. También adquieren el 35% de la producción nacional anual de jugo de limón; 29% de pomelo; 18% de duraznos y 16% de la producción total de mosto concentrado de uva.

En el caso del jarabe de maíz, Coca Cola adquiere 188.000 toneladas anuales que significan el 55% de la molienda húmeda de este cultivo a nivel nacional. Del total de los jugos concentrados adquiridos por Coca Cola, el 85% se exporta a 21 países que, a su vez, terminan abasteciendo globalmente al sistema de comercialización de bebidas de la empresa.

A principios de junio último, el gerente general de Coca Cola Argentina, Michel Davidovich, le anunció al presidente Mauricio Macri, que la compañía prevé de acá al 2025 triplicar las compras de jugo de naranja concentrado, llevándolas de las 6.000 toneladas actuales a 18.000.

No fue magia. Fue generar valor, con tecnología de procesos apuntando a la competitividad, la esencia de esta Segunda Revolución de las Pampas. Hay mucha vida, más allá de góndolas y marcas.

 

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