"La soja ese recurso natural"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 24 de septiembre de 2016

Leo muchos artículos sobre empresas que cotizan en Wall Street y sigo atentamente las opiniones de analistas del mercado de granos. Siempre me llamó la atención que al final de cada nota hay un “disclaimer”, en el que el autor remarca que no tiene ni acciones ni posición tomada en ningún papel involucrado en la nota.

  

Aclaro entonces yo también: no tengo soja. La última vez que sembré fue en 1975, cuando obtuve el récord zonal de 15 quintales por hectárea con una Clark 63. Ahí en ese mismo campo hoy sacan 45 quintales. Primer corolario: dedicado especialmente al economista Eduardo Levy Yeyati, quien dijo en el imponente Congreso CREA, ante 7.000 fervorosos militantes de la Segunda Revolución de las Pampas, que la Argentina no puede desarrollarse a partir de sus “recursos naturales”.

  

Por las dudas, la soja no es un “recurso natural”. Ni un yuyo. Es un producto de alta tecnología inteligente. De lo contrario no se hubiera triplicado el rinde en apenas 40 años. Esto no pasa con el petróleo o los minerales. La incidencia del “recurso natural” tiende a cero. Pronto no hará falta ni suelo para producirla.

 

La idea de considerar a la producción agroindustrial como una actividad extractiva tiene un efecto deletéreo. Termina, por ejemplo, justificando las retenciones. Porque todos los economistas coinciden en que “son un mal impuesto”, pero a la hora señalada se la rebuscan para perpetuarlas. Algunos han dicho que terminar con ellas es una “transferencia de ingresos”. ¿De quién hacia quién?

  

En la página 2 de este suplemento puede leerse una nota sobre el peso de la agroindustria en las exportaciones argentinas. Ya hemos visto cómo despegaron el trigo y el maíz desde que, como primer cumplimiento de las promesas de campaña, el presidente Mauricio Macri anunciara la eliminación de los derechos de exportación y los ROE, a poco de asumir. Un 30% de incremento en la siembra, y una fuerte intensificación en el uso de tecnología.

  

En aquél recordado acto de Pergamino, Macri también anunció que se reducían un 5% las retenciones de la soja. Y ratificó que se seguirían bajando a un ritmo del 5% anual, hasta eliminarlas y sustituirlas por el impuesto a las ganancias.

  

Pero ahora arrecia el rumor de que la reducción del 5% para la próxima campaña está en veremos. Es gravísimo, sobre todo porque reverdece la imagen de incumplimiento e imprevisibilidad. Todo el marketing de nueve meses de gestión se está haciendo trizas. Altos ejecutivos de compañías de primera línea en los agronegocios, que vinieron al miniDavos la semana pasada con la idea de proponer inversiones, plantearon sus dudas por esta posible marcha atrás.

  

Las complicaciones fiscales impulsan, nuevamente, la idea de echar mano al “recurso natural” soja. No se logró aumentar las tarifas a los porteños y suburbanos, creció el gasto social (que es “inelástico”), vienen las legislativas del 2017 y hay que ganarlas. Entonces, no se pueden “sacrificar” los 800 millones de dólares que implican este 5%. ¿Continuará la exacción? Ese 5% significa que muchos productores quedan por debajo de la línea de rentabilidad. También significa una quita de salarios a los obreros del interior, de las fábricas de maquinaria o la construcción, a donde van los frutos de la campaña. Un castigo al comercio. Menos viajes de camión, menos neumáticos consumidos. De la economía competitiva a la que no genera valor y vive de subsidios.

  

Algunos dirigentes ruralistas ya dijeron que estaban dispuestos a hacerle la gauchada de aportar esos 800 millones de dólares. Conmovedora generosidad, desde el mismo sector que viene de un sonoro zafarrancho con el pagadios en la propiedad intelectual en semillas. Era la cuarta parte de esta dudosa donación, pero garantizaba el flujo continuo de la tecnología.

 
 
 

 

Información adicional

Copyright © 2013. Todos los derechos reservados www.laindustriaverde.com.ar