"Biotecnología en el centro del tablero" Editorial de Héctor Huergo del 20 diciembre 2014

Ya está en marcha la última campaña de la era K. La próxima, se cosechará con un nuevo gobierno. Todos sabemos que el futuro es una caja de Pandora. Allí se arremolinan todos los vicios, pero en el fondo --dice la mitología--, anida la Esperanza.

Conviene, entonces, analizar algunas noticias de estos días que quizá hayan pasado algo desapercibidas, en el fárrago de los dislates que ocupan toda la pantalla. Las más interesantes tienen que ver con la biotecnología, sin duda la llave maestra de la Segunda Revolución de las Pampas, a la que “el modelo” le puso el pie en la puerta giratoria. Veamos.

Primera noticia: China liberó el MIR 162 (Díptera), un evento biotecnológico de Syngenta. Esto destraba una situación muy delicada, ya que el gobierno chino había mandado para atrás varios embarques de maíz estadounidense que contenían este material genético. El hecho derivó en una demanda judicial millonaria de parte de ADM (uno de los grandes traders afectados) contra Syngenta. Pero la realidad siempre se subleva: China está aprovechando la baja de los precios agrícolas para rehacer stocks, y aunque es el segundo productor mundial de maíz, necesita seguir importando. La noticia le dio un impulso adicional a la cotización del cereal en Chicago, que ya venía subiendo de modo consistente. Sorpresa en los mercados, porque ya está adentro la supercosecha y sin embargo los precios van para arriba. Y esto sucede a pesar de la caída del petróleo, que como todos sabemos, tiene vasos comunicantes muy fuertes con los precios agrícolas. El etanol sigue siendo competitivo, batiendo récords de elaboración. Pero eso es motivo de otro análisis.

La segunda noticia es local, y suena a paradoja. Un hijuelo del grupo Don Mario, la creativa Kumagro, anunció un acuerdo con Grobocopatel Hermanos para acelerar el desarrollo de soja no transgénica. El acuerdo incluye una inversión de 20 millones de dólares, destinados entre otras cosas a la elaboración de ingredientes alimenticios a partir de poroto “GMO free”.

Don Mario es una empresa formidable. Más de la cuarta parte de la soja que se produce en el mundo tiene origen en su genética. La base es su germoplasma, al que se le introdujeron los genes de interés agronómico como el RR primero y luego el paquete RR2 Bt (“Intacta”). Pero tuvieron la visión de continuar con el desarrollo de sus propios materiales. Y de pronto se encuentran con la posibilidad de un nuevo negocio: atender el nicho (que siempre existió) para soja libre de transgénicos, que ahora es más atractivo porque se han diluido bastante las ventajas iniciales del paquete “glifo más RR”. La irrupción de malezas tolerantes hace que el costo de producción y la complejidad creciente del manejo tiende a emparejar la ecuación. La “prima”, que antes no era interesante, de pronto empieza a serlo. La alternativa Intacta de Monsanto podría renovar la brecha tecnológica, pero el mercado acepta a regañadientes las condiciones que pretende su mentora.

La tercera noticia tiene que ver con Bioceres, la formidable creación de un grupo de productores líderes, que esta semana informó sus avances a los accionistas. En pocos años, Bioceres logró desarrollar un portfolio biotecnológico sumamente atractivo, con algunos productos de alto impacto global a punto de caramelo. La quimosina, un sustituto del cuajo que se utiliza masivamente para la producción de queso, se obtiene a partir del cártamo modificado genéticamente. Ya hay una planta piloto en producción. Pero la gran esperanza es el paquete de genes de tolerancia a stress que ya se presentó para su desregulación en la Conabia. Recordemos que este evento recibió la bendición de Arcadia, una empresa californiana que invirtió fuerte en Bioceres y está conduciendo el proceso de aprobación en los Estados Unidos.

 

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