"¡Obrigado, moleiros brasileiros"! Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 29 noviembre 2014

En la reunión anual de Abitrigo (la entidad que agrupa a los molinos harineros de Brasil) celebrada en Foz de Iguazú, Alan Tracy, presidente de la US Wheat Association, mechó en su presentación un slide cruzado por una frase sorprendente: “Obrigado, moleiros brasileiros!!”. La razón del agradecimiento saltaba a la vista. La figura mostraba cómo Brasil se había convertido en su principal cliente, con más de 4 millones de toneladas compradas en 2013/14. Desplazaba a China, México, Japón, Nigeria, Filipinas y otros compradores habituales.

 

En realidad, Tracy había errado el vizcachazo. Tendría que haberle agradecido al gobierno argentino, que absurdamente le regaló el mercado brasileño a la competencia. Los brasileños no tuvieron más remedio que acudir al trigo estadounidense, ante la recurrente falencia argentina. Ya sabemos que la teoría de “la mesa de los argentinos” llevó a una continua caída de la producción. Pero el grotesco aparece subrayado por gruesos trazos de evidencias cuando se advierte que, con la cosecha entrando, la exportación se mantiene cerrada. Sumando el carry over de más de un millón de toneladas, hay un saldo exportable de 6,5 millones de toneladas. Mientras tanto, la conducción oficial sigue penando por la falta de divisas.

 

Desde la creación del Mercosur, la Argentina goza del privilegio de acceder al mercado brasileño sin aranceles. Para los países de extrazona, los derechos de importación ascienden al 15%. Además hay un beneficio de flete. Pero al persistir en las trabas a la exportación, la Argentina habilitó a que Brasil suspendiera la vigencia de este arancel, para evitar el doble impacto de tener que importar un trigo más caro como el norteamericano (por diferencia de flete fundamentalmente) y encima pagar este arancel. Brasil también padece una riesgosa tendencia inflacionaria y el lobby de Abitrigo no tuvo problemas para lograr la suspensión de la preferencia.

 

Pero los norteamericanos no son los únicos privilegiados. También aprovecharon la bolada los uruguayos y hasta los paraguayos, sin olvidar el estímulo implícito a los propios productores brasileños, que se largaron nuevamente a sembrar. Como casi siempre, fracasaron.

 

No hay región más competitiva (posiblemente en el mundo) que la pampa húmeda para este cereal. Sobre todo, el sudeste bonaerense. En los últimos quince años irrumpió una nueva oleada tecnológica, encabezada por el germoplasma francés, que implicó una ruptura paradigmática. Los topes de rendimiento se acercaron y aún sobrepasaron el mítico umbral de los 100 quintales por hectárea. Hizo falta ajustar la nutrición, con niveles impensados de nitrógeno, fósforo y otros nutrientes. Nuevas herramientas para controlar las enfermedades, sin necesidad de esperar todo de la tolerancia o resistencia genética. Convicción generalizada de la necesidad de mantener el trigo en la rotación. Precios internacionales fabulosos. Pero todos los atributos favorables se estrellaban contra el muro de la ignorancia y la necedad. Lo más dramático sería confirmar que, como se rumorea en el ámbito granario, ya no es el secretario de comercio el responsable de la cerrazón, sino la propia presidenta CFK.

 

Como en varias de las últimas campañas, muchos productores están encontrando salida para su trigo destinándolo a forraje. Algunos optaron por picar la planta completa, otros haciendo bolsones de silo de grano húmedo. La relación de precios con la carne y la leche, por ahora, dan bien y justifican la decisión. Pero si se considera el precio que están pagando los brasileños, aún sin arancel de importación, la cuenta sería muy clara y favorable a la exportación. Esto volvería a estimular la siembra. Aunque el mejor estímulo es saber que la próxima campaña se cosechará con otro gobierno.

 

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