"Expoagro, el campo no se distrae"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 9 de marzo de 2019
La Argentina abrió hace tiempo la Caja de Pandora y se escaparon todos los vicios. Allí andan, arremolinándose en las ciudades, donde las turbulencias arrecian a medida que avanza el año electoral.
Pero el campo no se distrae.
En las últimas semanas, asistimos a una sucesión de eventos en los que las empresas y las organizaciones mostraron sus avances y novedades. Mucho músculo, mucho interés, dientes apretados porque –como dijimos en el newsletter del martes pasado—los números son muy finitos. Como nunca, se cumple el apotegma de que solo los altos rindes hacen rentable a la agricultura. Pero los altos rindes están: entran las máquinas a trillar el maíz y los monitores cantan con frecuencia las 14 toneladas por hectárea.
Hay productores que se sacaron selfies zambullidos en el colchón de soja. Los precios no acompañan, pero tampoco son un desastre. Las retenciones se llevan la mayor parte de la renta. Todo esto es conocido. Pero aquí nadie baja los brazos. Menos mal.
El martes arranca Expoagro. Será una poderosa manifestación del potencial del agro. Y también una renovación de la Esperanza, que anidaba en el fondo de la mítica Caja de Pandora, para remediar la catástrofe de los vicios. Porque hay muchas quimeras que ojalá cuajen, pero una sola realidad contante y sonante: el único sector competitivo de la economía y la sociedad es el agro. Por eso se sirven de él.
"El maíz, la llave maestra"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 23 de febrero de 2019
Se pasó de 12 millones de toneladas en los 90 a las 45 que vienen ahora.
Las herramientas que mayor impacto tuvieron en la producción ganadera argentina, tanto para carne como para leche, están estrechamente relacionadas con el maíz. En unos casos, con la utilización directa en los sistemas productivos. En otros, el empleo de los subproductos derivados de su industrialización.
Es lo mismo que sucedió en los Estados Unidos y que ya comienza a percibirse en Brasil, donde el maíz se está abriendo paso con ritmo infernal, sentando las bases de un nuevo salto competitivo. Hay que prestar mucha atención a estos procesos.
Nuestro sistema predominantemente pastoril percibió rápidamente los beneficios de agregar granos en el tambo y los engordes. Al principio, con cierta timidez, partiendo de la idea de que el pasto era lo más barato. Se medía la eficiencia lechera en función de los gramos de grano utilizados por litro de leche producida
Pero el maíz rendía cada día más y amagaba una expansión fenomenal. Pasamos de 12 millones de toneladas en los 90 a las 45 que vienen ahora. Más biotecnología que en la soja. Más germoplasma. Más interés de las compañías porque aquí no hay bolsa blanca.
Irrumpió el silo de maíz. También tímidamente, con mucho debate apasionado a principios de los 80. Entraba a jugar en la liga de la “reserva forrajera”, un concepto que atentaba contra su esencia. Reserva tenía (y tiene) la connotación de seguro contra la falta de pasto, fruto de algún evento climático. El silo de maíz era demasiado caro para competir en esa liga, donde jugaban los rollos de corte de limpieza o algún sobrante estacional de pradera en los pastoreos rotativos bien manejados.
"Ahora, la epopeya del maíz"
"Editorial de Héctor Huergo del 02 de febrero de 2019 en Clarín Rural"
Así como la soja fue el cultivo de mayor dinamismo desde mediados de los 90, ahora es el turno del maíz. Este es un buen año para ver el extraordinario potencial de rendimiento alcanzado a partir del aluvión tecnológico que viene recibiendo. Y que, a partir del cambio de las reglas con el gobierno de Mauricio Macri, comenzó a expresarse de manera fulgurante. Como dijimos en el newletter de Clarín Rural esta semana, la pampa húmeda se parece cada vez más a Iowa.
Durante los 80, la producción nacional rondaba las 10 millones de toneladas. A mediados de los 90, había llegado a las 15, un salto muy importante motorizado por la llegada de nueva genética (maíces dentados e híbridos de dos líneas). Ya estaba lanzado, los rindes habían pasado de 30 a 50 quintales por hectárea, acortando la brecha con el corn belt, donde ya alcanzaban 80 quintales. Se mantenía la brecha.Y se mantuvo porque la era K frenó todo. Las retenciones y las restricciones a la exportación significaron un pie en la puerta giratoria. En su primer acto de gobierno apenas asumió, en diciembre de 2015, Macri fue al criadero de semillas de ACA en Pergamino para cumplir con su promesa de campaña: eliminar las retenciones a los cereales y terminar con los ROE. Mientras el ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay hacía otra parte fundamental: terminar con el corralito y el desdoblamiento cambiario. Pergamino, ahora sí, iba a ser Iowa.
"¿Un país agroindustrial?"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 26 de enero de 2019
Mauricio Macri y Luis Miguel Etchevehere en la última edición de Expoagro.
Una de las definiciones clave de Mauricio Macri, repetida machacosamente desde la campaña que lo coronó Presidente en 2015, fue que la Argentina era un país agroindustrial. Remató la sentencia con la idea de dejar de ser el “granero del mundo” para convertirnos en “el supermercado del mundo”. Realmente aleccionador, sobre todo por el contraste con el gobierno kirchnerista, que repudió todo lo que tuviera que ver con el agro en particular después de la derrota en la batalla de la Resolución 125.
La catástrofe devino precisamente de esa burda y visceral reacción, que derivó en el freno al sector más dinámico y pujante en la primera etapa del gobierno K. Conviene recordar que en diciembre de 2015 el Banco Central estaba boqueando, vendiendo dólares que no tenía en el mercado de futuros, con el tipo de cambio desdoblado y un divorcio creciente entre el dólar oficial y el dólar “posta”.
Macri dio vuelta la historia en la primera semana de su gobierno. Unificación cambiaria, eliminación de las retenciones y restricciones a la exportación de trigo y maíz, reducción a las de la soja. Es historia conocida: la reacción del campo fue rápida, ya el primer año subió un 40% la producción de trigo y maíz, y la soja –aun con derechos de exportación de 30%, solo cinco puntos menos que antes—se mantuvo.
Así veníamos, hasta que la sequía del año pasado diezmó la producción. Se perdieron 8.000 millones de dólares, y tembló la economía. Más allá de otros factores, algunos externos, la realidad es que la caída de las exportaciones agrícolas tuvo mucho mayor impacto que el que (en aquel momento) estimaron los economistas.
"La gran cuenca fotosintética"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 19 de enero de 2019
La administración Macri, en su último año del primer mandato, tiene la oportunidad de aliarse con Brasil y los otros vecinos igualmente “verdes” de la gran cuenca fotosintética sudamericana. Foto: Agencia Brasil/ Marcelo CAMARGO
Voy a intentar unir los tres hechos más importantes de la semana agropecuaria: las inundaciones en el nordeste, la visita de Mauricio Macri a Jair Bolsonaro, y el anuncio de la UE de que estaría por autorizar una cuota de biodiesel argentino. Hay un cordón que los une.
Primero, el drama de las inundaciones remite nuevamente a la cuestión del cambio climático. La recurrencia de eventos extremos no admite el negacionismo que anida en ciertos cenáculos. Hasta el propio Trump, que en sus dos años de mandato tuvo que asumir huracanes inéditos e incendios forestales extremos, tuvo que reconocer que algo está pasando. Y aunque alguno pretenda negar el origen antropogénico del fenómeno, esta causalidad ya ha dejado de ser relevante.
Lo concreto es que hay más CO2 en la atmósfera –dejemos de lado por qué—y urge tomar acciones. Está perfectamente medido que es aumento del tenor de dióxido de carbono lo que está generando el calentamiento global. Y éste es el responsable del cambio climático. Está también perfectamente medido cuántos grados se va a calentar el planeta por cada punto de aumento del CO2. Y viceversa: en cuánto se podría retrotraer en función de la conducta humana respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero.
"La mejor noticia, también la peor"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 12 de enero de 2019
La tecnología Enlist de Corteva es el evento más importante de los aprobados por China.
Por varias razones, la mejor noticia de la semana fue la aprobación de cinco eventos biotecnológicos por parte de la República Popular China. En primer lugar, porque es la primera tanda de liberaciones después de 18 meses, lo que significa un respaldo al mayor salto tecnológico de la agricultura global en los últimos treinta años, cuando irrumpieron las semillas transgénicas.
En segundo lugar, porque el producto claramente más favorecido es –una vez más—la soja, el commodity agrícola más dinámico en el siglo XXI. Conviene recordar que China es por lejos el mayor comprador mundial de poroto de soja, con importaciones del orden de las 100 millones de toneladas anuales, por un valor de 40 mil millones de dólares.
El evento principal ahora liberado es el Enlist, de Corteva, la empresa que surgió el año pasado tras la fusión de Dow y Dupont. Llega en un momento crucial: despues de tres décadas de uso y abuso del herbicida glifosato, se verificó un preocupante desarrollo de malezas tolerantes. Este problema se convirtió en la mayor amenaza para el cultivo. Todas las compañías proveedoras de tecnología –junto con los expertos del sector público y privado--vienen devanándose los sesos e invirtiendo enorme cantidad de recursos para encontrarle la vuelta.
En este sendero, la irrupción de Enlist significó un aporte sustantivo. Combina la tolerancia al otrora exitoso glifosato, con otras dos moléculas: el glufosinato de amonio, y el 2,4D cholina. Ambas tienen modos de acción diferentes al glifo, por lo que constituyen una herramienta clave en la saga de rotar los herbicidas, principal recomendación de los expertos en malezas.