"Ahora, barajar y dar de nuevo"

  • Imprimir

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 20 de mayo de 2017

Cuando la Argentina se encontró frente a la oportunidad de la carne vacuna, hace un siglo y medio, se organizó para aprovecharla. Fue la Primera Revolución de las Pampas. Alambramos, dejamos de ser bárbaros. El alambrado llevó a las aguadas y para llenarlas, los molinos. La alfalfa, los tarquinos. Los frigoríficos y los ferrocarriles. La prosperidad difundió por todos los poros de la sociedad. Venían oleadas de inmigrantes de todo el mundo a abrevar del imponente flujo de riqueza.

 

Perdimos el rumbo, perdimos también los mercados. Es cierto, el mundo del siglo XX se hizo complicado. Guerras, proteccionismo. Pero nosotros contrapusimos, a la complicación, el cambalache. Dejemos eso en el pasado.

 

El siglo XXI nos pone frente a otra oportunidad. Lo venimos planteando, machacosamente, semana a semana en Clarín Rural. A pesar de todos los intentos por frenar la Segunda Revolución de las Pampas (la de la conquista tecnológica), hemos podido retomar el sendero del crecimiento que se había insinuado desde mediados de los 90.

 

El salto tecnológico se concentró fundamentalmente en la agricultura. Que ahora, soltando amarras, vuelve a crecer a tasas chinas. El fantástico congreso de Fertilizar, que cubrimos en las páginas centrales de esta edición, augura nuevos saltos en los rindes, en la calidad de los granos y, sobre todo, en la salud de los suelos.

 

Mientras se celebraba este congreso, el presidente Mauricio Macri culminaba su visita a China. Consagró ampulosamente su visión de la Argentina como supermercado del mundo. Pero con un eje temático muy concreto: la carne vacuna. La misión coincidió con el SIAL de Shangai, el gran evento de la industria alimenticia global, nada menos que en el mercado más dinámico para las proteínas animales.

 

Estas pampas se especializaron, en los últimos 40 años, en proveer insumos forrajeros. Maíz y sorgo, primero. Luego, soja. Fue una extraordinaria decisión, orientada por el mercado, y sin planificación alguna que (como suele suceder) distorsionara los mandatos del mercado. Hicimos lo que había que hacer.

 

Somos los segundos exportadores mundiales de maíz (grano forrajero por excelencia) y los primeros de harina de soja. Grandes proveedores de sorgo y con extraordinario potencial para trigo forrajero, con una dinámica mucho más expansiva que la de trigo pan. Lo mismo hicieron Brasil y EE.UU.. Lo mismo está haciendo Paraguay y Uruguay, donde nadie habla peyorativamente de “sojización”.

 

Esta orientación dictada por el mercado se corresponde con el fenómeno de la transicion dietética, encarnada por la mejora social en China. La demanda explotó no por crecimiento demográfico, sino por efecto ingresos. Más plata en el bolsillo es mayor demanda de proteínas animales.

 

Empezaron a importar soja a fines de los 90. Expandieron su producción de maíz, de la mano de los rindes (porque tierra no tienen más). Crecieron en producción y consumo de cerdos y pescado. No les resultó suficiente. Hace tres años compraron Smithfield, la mayor productora de cerdos de EE.UU. Ahora vienen por la carne vacuna. Lo contamos en nuestros tres últimos editoriales.

 

La presencia de Macri en el SIAL es una señal potente a un sector tremendamente golpeado por la impericia. La destrucción fue fenomenal, desde el stock hasta el auge de las malas prácticas en el comercio y la industria. Ya no se trata de una reconstrucción, sino de un barajar y dar de nuevo. Y en este barajar y dar de nuevo, entran todos los fundamentos. Desde la infraestructura (en especial el manejo del agua) hasta los sistemas de producción y comercialización. Vale la pena.La demanda es infinita