"La alarma está sonando, allá y acá"

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Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 19 de noviembre de 2016

La alarma sonó en Estados Unidos. Jarod Creed, director de Gavilon Producer Solutions, una consultora que ayuda a los farmers a proteger los precios de sus cosechas, avisó que Brasil y Argentina aumentarán la producción de maíz en 30 millones de toneladas esta campaña. La soja, por su parte, crecerá 7 millones de toneladas. “Esto hará más dificultoso encontrar espacio para nuestras grandes cosechas”, sostuvo ayer el experto en una entrevista del programa de TV AgDay.

  

Frente a este panorama, recomienda dos cosas a sus clientes: no dormirse con la colocación de la cosecha “vieja” (la 2016, que están terminando de levantar ahora), y empezar a construir precios para la de 2017, que comienzan a sembrar en abril próximo. “Habrá mucha volatilidad y hay que aprovecharla”. En particular, en soja, donde saben que es muy difícil competir frente al descuento de 50 centavos por bushel (5%, unos 18 dólares por tonelada) de la soja sudamericana. Entre Argentina y Brasil sumarán 160 millones de toneladas, un 50% más que la cosecha récord de los EE.UU. “El debilitamiento del real esta semana agrega competitividad a la soja brasileña”, remató Creed.

  

La soja es el producto más dinámico de la agricultura mundial. Su expansión se basa en dos pilares: una demanda consistente para sus dos derivados principales (la harina proteica y el aceite), y un crecimiento continuo de los rindes, a través de la tecnología. La Argentina lideró la tasa de crecimiento entre 1996 y 2008, combinando aumento de superficie y rendimiento unitario. Y al mismo tiempo consolidaba el cluster con enormes inversiones en toda la cadena, desde la semilla hasta el crushing, desde el silobolsa hasta el dragado de la hidrovía.

Pero así como este señor Creed alerta a los farmers de Iowa de lo que se viene, acá también sonó la alarma. La competitividad de la soja está en peligro. No es chiste: el retiro del expediente de Extent, el evento de tolerancia al herbicida Dicamba, por parte de Monsanto, es algo más que una amenaza. Es un hecho concreto.

  

Todos sabemos lo que significó el lanzamiento de la soja RR, resistente al glifosato, en 1996. Por entonces llevábamos tres años de estancamiento en torno a las 15 millones de toneladas. Tras un continuo crecimiento desde mediados de los 70, parecía que estábamos chocando contra el techo. Pero llegó la RR, prácticamente al mismo tiempo que en los EE.UU., y vino un aluvión. Se creció a un ritmo de 4 millones de toneladas por año, hasta que la impericia K (más el deseo de venganza post 125) puso el pie en la puerta giratoria.

  

No solo fueron las retenciones del 35%, ni el desdoblamiento cambiario. También comenzó a encarecerse el cultivo por la presión inexorable de las malezas que iban aprendiendo a digerir el glifosato. La llegada del maíz RR empeoró la situación, porque la mayor parte de los productores desoyó la recomendación de rotar herbicidas.

  

También hubo responsabilidad por parte de Dekalb, que sólo ofreció maíces RR a quienes quisieran sus excelentes híbridos. Ganaron mercado, pero fue una victoria a lo Pirro. Los chacrers tenían que haber sacrificado rendimiento, optando por otras estrategias, pero con retenciones del 20% y restricciones comerciales de todo tipo los llevaron a alternativas cortoplacistas.

  

La cuestión es que ahora las malezas tolerantes se han multiplicado. También sucedió en los EEUU, pero ellos ahora cuentan con Extent, y también con el evento Enlist de Dow, de tolerancia a glifosato, glucosinato de amonio y 2,4D. Por primera vez en 20 años, la Argentina sufre un retraso en la carrera biotecnológica.

  

La responsabilidad es compartida entre el sector público y el privado. La tan mentada “articulación público-privada” fue en el sentido contrario a la naturaleza de las cosas. El descalabro de la última cosecha con Intacta, cuando todo parecía encarrilarse, ya se está pagando. Como siempre, el lucro cesante es lo que no aparece en los balances. Ojalá se resuelva con la nueva Ley de Semillas que comenzó a tratarse esta semana en el Congreso.