"Porqué subió la Soja" Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 01 Noviembre 2014

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Dejemos de lado los estruendosos yerros de nuestros nuevos analistas de granos: el jefe de gabinete, el ministro de economía y hasta la propia presidenta. Hicieron fila para mofarse de los productores porque habían perdido plata al demorar la venta de su soja. Mientras tanto, la leguminosa subía sin cesar.

 

Si el tema sorprendió a los más expertos, era inevitable que se pialaran los improvisados. Pero bueno, tratemos de entender lo que está pasando.

En primer lugar, conviene tener en cuenta que la Argentina es un jugador fundamental en el mercado global de la soja. Es el tercer exportador mundial de productos del complejo (grano, harina, aceite). En este sentido, si no fluye la mercadería originada en estas pampas, como estuvo sucediendo, algún impacto tendría que tener. Esto como telón de fondo general.

Pero hay una cuestión clave. La Argentina es el principal exportador mundial de productos derivados. A diferencia de Brasil y los EEUU, aquí se ha levantado una poderosa industria de crushing. La mayor parte de la soja se embarca como harina, aceite y ahora biodiesel, y en estos tres productos la Argentina es el número uno del mundo por amplio margen.

Como consecuencia de la lentitud con la que los chacareros se fueron desprendiendo de su soja, las fábricas locales operaron por debajo de su capacidad. El mundo esperaba ansioso la llegada de la abundante cosecha norteamericana, pero mientras tanto cubrió sus necesidades trasladando a los EEUU los pedidos de harina que Argentina no podía cubrir. En Chicago, donde tienden a mirarse el ombligo, no prestaron mucha atención al fenómeno. Se quedaron tranquilos con la idea de la cosecha récord y se fueron de mambo con las ventas. A China en particular. Y los chinos aprovecharon la bolada de la caída de los precios para llenar sus silos.

La mega cosecha llegó. Pero ya estaban cortos de harina. Y encima se les complicó la logística, porque los trenes no dan abasto. Los energéticos (carbón, el petróleo, chips de madera) compiten por el uso de vías y vagones. Las aves y cerdos de Wilmington (al este de los Apalaches, donde se instalaron los nuevos complejos de proteínas animales) no pueden dejar de comer. Los precios se dispararon. La harina subió un 25% en octubre. Esto arrastró a la soja, que trepó un 15%.

Primer corolario: la Argentina en esto juega en primera. Ya sabemos que es difícil permanecer en la categoría si no hay un buen director técnico y si las autoridades del club se mofan de sus propios jugadores. O les bajan la moral con diatribas públicas.

Estos son momentos muy difíciles para los productores de todo el mundo. En Brasil, en Uruguay, los costos son muy ajustados y aún sin tener que dejar el diezmo del 35%, la rentabilidad es mínima. Estuvimos esta semana en el evento anual de ADP, en Dolores (ROU). Allí, productores líderes de los tres países mostraron cómo se las van a arreglar para baipasear un año de pérdidas inevitables.

Segundo corolario: la actitud de retener la producción no fue tan torpe. Tuvo incidencia en el mercado. Tampoco los brasileños, ni ahora los norteamericanos, estuvieron convalidando los bajos precios. Esperaron la suba. Más bien, la provocaron. Menos mal que en el mundo no rigen engendros como la ley de abastecimiento…

Pero cuidado. Los problemas de logística se van a atenuar. Es lo que cree la mayor parte de los analistas. Y también los productores, que están activando sus ventas, tanto por la mejora de los precios como por las necesidades financieras de la nueva campaña agrícola.

Tercer corolario: la demanda sigue muy firme. Estamos con un pico de oferta, pero a diferencia de lo que ocurría en los 80 y buena parte de los 90, los stocks se digieren rápidamente.

Y aquí, falta menos de un año...